Redazione RHC : 13 octubre 2025 07:13
Más de 1,2 millones de kilómetros de cables de fibra óptica se extienden por el fondo oceánico, considerados durante mucho tiempo solo como parte de una red global de telecomunicaciones. Sin embargo, la tecnología de detección acústica distribuida (DAS) , que emerge rápidamente desde la fase experimental, está abriendo un campo fundamentalmente nuevo : el uso de estas líneas para la monitorización submarina y la guerra antisubmarina. Lo que hasta hace poco parecía una hipótesis ya está comenzando a materializarse en desarrollos militares concretos.
DAS transforma un cable de fibra óptica convencional en una cadena continua de sensores acústicos sensibles. Cuando un pulso corto de luz láser atraviesa la fibra, las señales reflejadas se modifican mediante pequeñas vibraciones, como el ruido de la hélice de un submarino o la onda acústica de una explosión.
Los algoritmos de análisis automático no solo registran estas variaciones, sino que también determinan la dirección y la naturaleza de la fuente. El resultado es un sistema de escucha pasivo capaz de cubrir vastos espacios marítimos, pero imperceptible y más rentable que los hidrófonos tradicionales o los sistemas de sonar activo.
Las pruebas han confirmado que el DAS es igualmente eficaz tanto en zonas costeras como en aguas profundas. Esta tecnología tiene aplicaciones más allá del ámbito militar: puede detectar intentos de acceso a cables, registrar la actividad sísmica submarina y detectar indicios de actividad ilegal en el fondo marino.
Cuando se combinan con inteligencia artificial, estos sistemas pueden comparar firmas acústicas con datos GPS o AIS, lo que permite la clasificación de buques y objetos submarinos.
Varios países ya están integrando el DAS en su infraestructura de defensa. En Estados Unidos, la información recopilada de los cables se incorpora a los sistemas de gestión de combate y se compara con la del avión naval P-8A Poseidon y los vehículos submarinos autónomos. También se están desarrollando modelos de inteligencia artificial para mejorar la precisión del reconocimiento.
En el Reino Unido, el sistema se está probando como parte de un programa para proteger las comunicaciones submarinas . El Ministerio de Defensa colabora con operadores de telecomunicaciones en el Atlántico Norte y el Mar del Norte para probar el DAS para la monitorización de cables y el seguimiento de la posible actividad submarina.
Otros países también están explorando activamente el potencial de esta tecnología. Los Países Bajos ya han iniciado la monitorización continua del Mar del Norte mediante cables existentes. Noruega está explorando escenarios de monitorización a lo largo de las rutas marítimas del Ártico, y Alemania está evaluando el DAS como parte de su estrategia marítima. La Unión Europea apoya los avances en este ámbito a través del programa Horizon, que incluye proyectos de vigilancia costera y protección de infraestructuras críticas.
Como parte de la alianza AUKUS, Australia, Estados Unidos y el Reino Unido están desarrollando la integración de DAS con plataformas submarinas no tripuladas y soluciones de IA para el rastreo submarino con bajo nivel de ruido. Los participantes del proyecto planean desplegar una red distribuida de sensores integrada con sistemas de rastreo autónomos en toda la región del Indopacífico.
Los adversarios potenciales también están interesados en esta tecnología. China, que opera una de las redes de cable submarino más grandes de la región, está, según analistas, probando DAS para rastrear interferencias y monitorear el tráfico. Rusia, por su parte, ha expresado reiteradamente su preocupación por estos desarrollos en el Ártico y el Báltico, considerándolos una amenaza para la confidencialidad de sus operaciones submarinas. En este contexto, los incidentes con daños en las líneas de cable se han vuelto más frecuentes: se están registrando roturas inexplicables y actividad sospechosa en zonas a lo largo de rutas estratégicas.
La principal ventaja del método reside en la posibilidad de utilizar cables existentes, lo que permite una rápida escalabilidad sin inversiones significativas en infraestructura. Sin embargo, esta ventaja también plantea desafíos: los volúmenes de datos entrantes son enormes y, sin algoritmos eficaces de filtrado e interpretación, resultan de poca utilidad práctica. Además, existe el problema de la inmunidad al ruido: es posible intentar suprimir, imitar o desactivar físicamente secciones individuales de la red de cable.
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