Redazione RHC : 5 septiembre 2025 13:53
Una vasta operación china de ciberespionaje, denominada «Salt Typhoon»,, fue descrita recientemente como la más ambiciosa jamás atribuida a Pekín. Según el informe, esta campaña resultó en el robo de datos confidenciales de casi todos los estadounidenses, incluyendo figuras de alto perfil como el presidente Donald Trump y el vicepresidente J.D. Vance. La magnitud del ataque confirma la capacidad de los grupos chinos para penetrar profundamente en las redes de comunicaciones internacionales.
Los objetivos atacados no se limitan a Estados Unidos: Salt Typhoon ha comprometido las redes de telecomunicaciones en más de 80 países, lo que demuestra el alcance global de esta operación. La decisión de atacar las telecomunicaciones parece estratégica, ya que permite la interceptación, manipulación y uso de información a gran escala, con posibles repercusiones para gobiernos, empresas y ciudadanos.
Paralelamente al tifón salino, se ha mencionado otro vector de amenaza, identificado como el «tifón voltio», que ha desviado la atención hacia la infraestructura crítica estadounidense, incluidas las redes eléctricas. La combinación de ambos escenarios aumenta la preocupación por la seguridad nacional, ya que demuestra una doble capacidad: espionaje político y ataques selectivos a instalaciones vitales.
La respuesta estadounidense se está estructurando mediante contramedidas legales y de ciberseguridad implementadas por agencias como el FBI y el Departamento de Justicia. Las autoridades han reforzado las herramientas de defensa e intensificado las investigaciones, lo que demuestra su disposición a contrarrestar la operación no solo a nivel técnico, sino también legal y diplomático.
El informe también destaca las graves implicaciones para los ciudadanos comunes, que corren el riesgo de ver comprometida su privacidad debido a la exfiltración de datos personales. A estos problemas críticos se suma la amenaza a la infraestructura estratégica, capaz de impactar directamente la vida cotidiana de las personas, lo que hace aún más alarmante el alcance del ataque.
Guam se ha convertido en uno de los puntos focales de este asunto, ya que se considera particularmente vulnerable debido a su importancia estratégica en el panorama geopolítico y militar. La ubicación de la isla la convierte en un objetivo prioritario, lo que simboliza la fragilidad del equilibrio de poder en esta nueva forma de conflicto.
A pesar de la gravedad de las acusaciones, China ha negado cualquier participación en la operación. Sin embargo, la condena y las reacciones internacionales están en aumento, lo que contribuye a avivar las tensiones políticas entre Washington y Pekín. Los expertos estiman pérdidas económicas de miles de millones de dólares, un impacto que se suma a las consecuencias geopolíticas, convirtiendo al Tifón Sal en un evento destinado a afectar profundamente las relaciones entre las dos potencias.
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