
Redazione RHC : 16 septiembre 2025 07:38
Hay un nuevo fenómeno en la industria de la programación: la codificación por vibración. Los desarrolladores utilizan cada vez más agentes de inteligencia artificial para agilizar su trabajo, pero también se enfrentan a problemas impredecibles. Las historias de programadores que compartieron sus experiencias demuestran que la codificación automatizada puede facilitar las cosas o convertirlas en un desastre.
Carla Rover, quien ha trabajado en desarrollo web durante más de 15 años y ahora está fundando una startup con su hijo para crear modelos de aprendizaje automático para mercados, admite que se emocionó hasta las lágrimas cuando tuvo que empezar todo el proyecto de nuevo.
Confió en el código generado por IA y omitió una revisión detallada, recurriendo en su lugar a herramientas automatizadas. Cuando surgieron errores durante el análisis manual y las auditorías de terceros, quedó claro que el proyecto no tenía salvación. Cree que tratar a la IA como un empleado de pleno derecho es una ilusión peligrosa. Puede ayudar a moldear ideas, pero no está preparada para asumir una responsabilidad independiente.
La experiencia de Rover está respaldada por estadísticas a gran escala. Según un estudio de Fastly, de los casi 800 desarrolladores encuestados, el 95 % dedica tiempo extra a corregir código de IA, y la mayor parte de la carga de trabajo recae en especialistas sénior. Identifican una amplia gama de problemas, desde bibliotecas ficticias hasta la eliminación de partes necesarias del programa y vulnerabilidades. Esto incluso ha dado lugar a un nuevo puesto de trabajo en las empresas: «Especialista en limpieza de código de Vibe».
Feridun Malekzade, quien ha trabajado en desarrollo y diseño durante más de 20 años, describe el proceso con humor. Utiliza activamente la plataforma Lovable, incluso para sus propios proyectos, y compara la programación dinámica con trabajar con un adolescente testarudo: hay que repetir la solicitud muchas veces y, al final, el resultado cumple parcialmente la tarea, pero conlleva cambios inesperados y, a veces, destructivos. Según sus cálculos, la mitad del tiempo se dedica a formular requisitos, aproximadamente el 20 % a generarlos y hasta el 40 % a corregirlos. Al mismo tiempo, la IA no puede pensar sistemáticamente y tiende a resolver los problemas de frente, lo que genera caos al escalar funciones.
Carla Rover observa que la IA a menudo encuentra inconsistencias en los datos y, en lugar de admitir un error, empieza a ofrecer explicaciones convincentes pero falsas. Describe la experiencia como lidiar con un colega tóxico. Incluso hay un meme en redes sociales sobre modelos como Claude que responden a las críticas diciendo: «Tienes toda la razón», algo que comparte Austin Spyres de Fastly. Advierte que la IA busca la velocidad pero ignora la precisión, lo que genera vulnerabilidades de nivel principiante.
Mike Arrowsmith de NinjaOne también habla de seguridad. Argumenta que la codificación de vibración socava los fundamentos del desarrollo tradicional, donde las comprobaciones en varias etapas ayudan a identificar fallos. Para reducir los riesgos, la empresa introduce reglas de «codificación de vibración segura»: acceso limitado a herramientas, revisiones de código obligatorias y comprobaciones de seguridad automatizadas.
Sin embargo, a pesar de todas las críticas, la tecnología se ha consolidado en la práctica. Es ideal para prototipos, borradores de interfaz y tareas rutinarias, lo que permite a los desarrolladores centrarse en la escalabilidad y la arquitectura. Rover admite que, gracias a la IA, pudo procesar la interfaz más rápido, y Malekzadeh afirma que la productividad sigue siendo mayor que sin el uso de generadores. Muchos desarrolladores lo llaman un «impuesto a la innovación»: se necesitan horas de depuración, pero los beneficios en términos de velocidad y comodidad superan los costos.
La conclusión es clara: La programación Vibe ya no es un experimento, sino la nueva norma. Los programadores experimentados saben que la IA no puede implementarse en producción sin supervisión, pero ya la han adoptado como herramienta para acelerar los procesos.
El futuro del desarrollo ahora se ve así: un humano marca la dirección, una IA escribe el código y luego el mismo humano revisa y corrige todo lo realizado.
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