
Sandro Sana : 6 noviembre 2025 12:53
No se trata “ solo de mayor velocidad ”: ¡el 6G cambia la naturaleza misma de la red!
Cuando hablamos de 6G, corremos el riesgo de reducirlo todo a una simple mejora de velocidad, como si la red del futuro fuera simplemente una 5G con mayor potencia. En realidad, el salto no reside en el ancho de banda, sino en cómo la red percibirá el mundo. Por primera vez, una red móvil no solo transmitirá y recibirá señales, sino que también observará su entorno para funcionar correctamente.
El estudio del IEEE presenta la técnica MSCP, un enfoque híbrido que fusiona información de radiofrecuencia e imágenes del entorno. Las cámaras analizan el contexto, los modelos de IA predicen el comportamiento del canal de radio y el sistema corrige la transmisión antes de que se produzca el obstáculo.
La mejora, desde un punto de vista científico, es enorme: más del 77 % de precisión predictiva en comparación con las técnicas basadas únicamente en señales de radio. Pero para lograr esta precisión, la red debe saber quién se mueve, dónde se mueve y cómo se mueve .
Los detalles técnicos y los resultados completos se describen en el artículo de la IEEE sobre MSCP y en el trabajo sobre el conjunto de datos DeepSense 6G que permite la predicción de canales multimodales.

No hablamos de análisis de tráfico ni de telemetría técnica. Hablamos de una red que, para funcionar, debe construir un modelo espaciotemporal de los movimientos humanos. No importa si no reconoce rostros: la trayectoria ya es un identificador de comportamiento .
El RGPD lo afirma, la AEPD lo confirma y años de estudios sobre la huella digital y la reidentificación mediante metadatos lo demuestran. Si el seguimiento por Wi-Fi ya se considera un tratamiento de datos personales, imagínese un sistema que combine radio, vídeo y aprendizaje automático en tiempo real.
Una cámara tradicional requiere señalización, información, límites de uso y una base legal. Una red 6G con sensores integrados no: forma parte de la infraestructura técnica. No graba vídeo, genera metadatos. No parece vigilancia, pero lo es. Y será más común, invisible e innegable que cualquier sistema de videovigilancia. Ya no es necesario instalar una cámara en un poste: basta con una antena en el tejado. La tendencia de «sensores + IA» no es pasajera: proyectos como DeepSense 6G recopilan datos reales multimodales (ondas milimétricas, cámara, GPS, LiDAR, radar) precisamente para habilitar estas funciones de predicción de canal y localización.
El verdadero riesgo no reside en la vigilancia individual, sino en la pérdida del derecho colectivo a la invisibilidad física. Una red que registra continuamente los movimientos de las personas permite, por definición, escenarios de monitoreo social: flujos de protestas, geolocalización conductual, análisis predictivo de grupos, control de multitudes y perfilamiento ambiental. Todo ello sin necesidad de recurrir al reconocimiento facial ni a la biometría tradicional.
El principio de minimización del RGPD dificultaría la defensa del uso de la visión artificial para resolver un problema técnico de telecomunicaciones si existen alternativas menos invasivas. La normativa ePrivacy prohíbe el análisis encubierto de terminales. La Ley de IA clasificará los sistemas de vigilancia ambiental como de alto riesgo. Pero el verdadero problema reside en otro lugar: mientras la tecnología permanezca en formato digital, la ley no reaccionará . Para cuando llegue a los productos, ya será demasiado tarde.
La pregunta final no es técnica: es política.
¿Quién decide cuándo observa la red, qué observa, durante cuánto tiempo y con qué límites?
Y, sobre todo: ¿quién garantiza que lo harán únicamente para «optimizar la calidad del servicio»?
Si aceptamos sin cuestionar la idea de que «internet necesita vernos para funcionar», entonces ya no necesitaremos un garante de la privacidad. Necesitaremos un garante de la libertad de movimiento de las personas.
El 6G será una maravilla tecnológica.
Pero recordemos una regla sencilla:
Cuando una tecnología ofrece un rendimiento extraordinario a cambio de un nuevo nivel de seguimiento, no se trata de innovación.
Está negociando tu libertad.
Y como siempre, la parte débil del contrato… eres tú.
La diferencia entre infraestructura y vigilancia es solo una cosa:
el límite que decidas imponerle antes de que se vuelva inevitable.
Sandro Sana
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