
Redazione RHC : 7 noviembre 2025 12:57
El reciente robo en el Museo del Louvre, situado en el corazón de París, ha conmocionado no solo al mundo del arte, sino también al de la ciberseguridad. La noche del 22 de octubre de 2025, varias joyas de la corona francesa fueron sustraídas de la Galería Apollo, a pesar de los sofisticados sistemas de alarma y vigilancia. Los investigadores aún intentan comprender cómo se logró vulnerar la seguridad de una de las instalaciones más seguras del mundo , pero las auditorías de seguridad revelaron algo tan trivial como preocupante: contraseñas débiles y sistemas obsoletos.
Dos auditorías independientes ya habían puesto de manifiesto problemas críticos relacionados con la gestión de las credenciales de acceso del personal del museo. Muchas cuentas administrativas utilizaban contraseñas fáciles de adivinar o predeterminadas , lo que abría la puerta al acceso no autorizado a los sistemas de videovigilancia y control. A pesar de las advertencias, la respuesta institucional fue lenta y fragmentada.
El robo ha puesto de manifiesto un problema crucial en la seguridad moderna: proteger las paredes y las vitrinas no basta si las claves digitales de acceso son débiles o fácilmente vulnerables. El Louvre, símbolo mundial de la cultura y el arte, se enfrenta ahora a una crisis que va más allá del daño material, afectando a su credibilidad y a la confianza pública en su capacidad para salvaguardar el patrimonio histórico de la humanidad.
«Hemos cumplido todas nuestras misiones», aseguró Laurence des Cars, presidenta y directora del Museo del Louvre, en declaraciones al programa matutino de Franceinfo este viernes 7 de noviembre de 2025.
En su primera entrevista desde la audiencia ante el Comité de Cultura del Senado el 22 de octubre de 2025 y el robo en el Museo del Louvre, en el que se sustrajeron varias joyas de la corona francesa, Laurence des Cars afirmó que «el Tribunal de Cuentas se equivocó al ser tan severo».

En un informe publicado el jueves, la agencia concluyó que el museo había tomado decisiones presupuestarias «en detrimento» de la seguridad del recinto . Sin embargo, indicó que «el porcentaje del presupuesto destinado a la adquisición de obras de arte disminuirá».
«Hay algunas cámaras perimetrales, pero están obsoletas (…), la red es muy insuficiente, no cubre todas las fachadas del Louvre y, lamentablemente, en el lado de la Galería Apollo», donde ocurrió el robo, «la única cámara está ubicada hacia el oeste y, por lo tanto, no cubrió el balcón afectado por el allanamiento», dijo la Sra. des Cars, asegurando que el futuro plan de seguridad cubrirá «todas las fachadas».
La semana pasada, Rachida Dati, ministra de Cultura de Francia, reconoció que el Louvre había « subestimado » el riesgo de robo e intrusión , pero ¿realmente lo tuvo en cuenta? RTL tuvo acceso al borrador del contrato de ejecución del museo para los próximos cuatro años, y este riesgo de robo no se menciona en ninguna parte del documento de 87 páginas.
Los expertos señalan que las ciberamenazas contra los grandes museos crecen constantemente, ya que estas instituciones albergan no solo obras de arte sino también datos sensibles: desde catálogos digitales hasta planes de seguridad y sistemas de control remoto .
Las contraseñas débiles y las credenciales compartidas entre empleados representan un punto de vulnerabilidad que puede ser explotado para coordinar robos físicos o sabotajes.
El robo en el Louvre no solo representa una brecha en la protección física de las obras de arte, sino también una llamada de atención sobre la ciberseguridad en los espacios culturales . Las investigaciones han revelado deficiencias en los sistemas digitales del museo, previamente señaladas por auditorías internas y por el Tribunal de Cuentas , que denunció retrasos en la actualización de la infraestructura de videovigilancia y una cobertura de cámaras de seguridad «muy inadecuada». Estos elementos demuestran cómo las vulnerabilidades digitales pueden exacerbar las físicas, facilitando las intrusiones coordinadas.
El incidente del Louvre pone de manifiesto un problema sistémico más profundo: muchas instituciones culturales aún no consideran la ciberseguridad como un componente estratégico de la conservación . Según expertos entrevistados por Siècle Digital , la protección de los museos hoy en día debe incluir la gestión de la identidad digital, la seguridad de las credenciales y las redes internas, y una monitorización rigurosa de los dispositivos IoT conectados a los sistemas de alarma y vigilancia. Las contraseñas débiles, las credenciales compartidas y el software obsoleto no son meros errores técnicos: representan deficiencias en la cultura de seguridad, que los ciberdelincuentes explotan mejor que nadie.
En definitiva, el robo de las joyas de la Corona francesa está destinado a convertirse en un caso de estudio global sobre seguridad digital, vinculado al patrimonio cultural de cada país .
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