Redazione RHC : 26 julio 2025 10:13
Nos encontramos en una encrucijada. No en una encrucijada cualquiera, sino en una existencial. La Inteligencia Artificial ya no es ciencia ficción; es la niebla que se acumula en nuestro camino, redefiniendo cada certeza. Nos obliga a plantearnos una pregunta incómoda: «¿Estamos listos para cuestionar quiénes somos?». Esto no es una amenaza, es una oportunidad. Es la oportunidad de mirar dentro de nosotros mismos, de redescubrir nuestra esencia más salvaje e irreductible. Este artículo es un viaje emprendido por alguien como yo, que ha combinado la indagación filosófica con la acción del coaching. Un diálogo poderoso entre dos fuerzas ancestrales: la filosofía que se adentra en el abismo humano (de Platón a Sartre) y el coaching que transforma la abstracción en pura energía. ¿Por qué esta unión?
Porque la IA no es un problema teórico. Es el dilema existencial que socava nuestras certezas del «aquí y ahora».
Desde los fragmentos de Heráclito hasta las deconstrucciones de Derrida, la filosofía siempre ha sido una inmersión en el ser. Hoy, esa inmersión nos lleva a un nuevo y vertiginoso abismo: la inteligencia artificial, que no es solo tecnología; es una encrucijada metafísica que está reescribiendo el mapa de la humanidad. Conciencia, identidad, libertad: las coordenadas fluctúan. Como Sócrates usando el espejo mayéutico, la IA nos obliga a excavar bajo la superficie.
La filosofía se pregunta con insistencia:
“¿Qué nos queda cuando las máquinas piensan, aprenden y crean?”
¿Cuál es el límite insuperable de nuestra humanidad?”
El coaching responde con el reto de la acción:
“¿Cómo podemos definir nuestra singularidad en este caos digital?”
«¿Cuáles son los valores esenciales que ninguna IA podrá jamás imitar?»
No se trata de competir con la máquina. Se trata de redescubrir nuestra «quidditas» única, lo que ningún algoritmo podrá jamás reducir a código.
Platón nos advirtió: cuidado con la doxa (opinión) contra episteme (conocimiento fundado). Hoy en día, la IA multiplica la doxa infinitamente, inundándonos con datos que simulan conocimiento desarraigado. ¡Vivimos en la era de la desinformación perfecta!
La filosofía nos sacude con la pregunta:
“¿La cantidad de información produce sabiduría o solo ruido?”
El coaching nos pone a prueba:
“¿Cómo podemos transformar la avalancha de información en ¿Verdadera conciencia?”
«¿Qué herramientas internas debemos perfeccionar para discernir, filtrar y encontrar profundidad en la duda, no en el flujo incesante?»
Heidegger advirtió contra la tecnología (Gestell), que corre el riesgo de reducir al hombre a un «fondo desechable», un puro recurso a optimizar.
La filosofía nos desafía:
“¿Estamos dispuestos a renunciar a nuestra autenticidad en nombre de una eficiencia digital estéril?”
El coaching nos anima:
“¿Cómo podemos celebrar y proteger esas cualidades intrínsecamente humanas que ninguna máquina jamás podrá replicar?”
Sartre dijo: “Estamos condenados a ser libres.”
Cada algoritmo que diseñamos, cada sistema de IA que lanzamos, lleva nuestra impronta ética. No podemos escapar de la elección.
La filosofía nos interpela con la urgencia de una era:
“¿Cuál es el peso de nuestra responsabilidad ética al diseñar estos nuevos mundos digitales?”
“¿Estamos construyendo un puente hacia un futuro abierto o una jaula de oro, perfecta y sin salida?”
El coaching nos desafía con una pregunta vital y orientada al futuro:
“¿Qué decisiones activas estás tomando hoy para moldear el mañana?”
«¿Eres un creador consciente o un mero espectador?»
Estamos aquí, ante la inteligencia artificial, no como sirvientes, sino como creadores, y como seres llamados a redefinirse. Nuestra esencia no reside en la actuación, sino en la forma en que habitamos el mundo, única e irrepetible. Nuestra respuesta no reside en la huida, sino en una nueva y profunda formación de la humanidad.
Concretamente, ¿qué podemos hacer para afrontar este reto?
La inteligencia artificial nos pregunta: ¿Estamos dispuestos a redescubrir, defender y reclamar aquello que nunca podrá replicarse de nosotros mismos, ese fragmento de infinito que nos hace, en cada época, irreductiblemente únicos?
Es hora de despertar nuestra «sagrada imprevisibilidad», como diría Rudolf Otto, teólogo y filósofo alemán, y, con valentía y consciencia, escribir el siguiente capítulo de nuestra auténtica humanidad.
Nosotros, con nuestra capacidad de hacer preguntas profundas y actuar Por nuestro propio bien y el bien colectivo, ¡son la verdadera frontera de la inteligencia artificial! No es una amenaza de la que debamos huir, sino un desierto donde sembrar nuestra humanidad más profunda y radical.
Será nuestra capacidad de florecer en el caos, de abrazar lo inacabado y de enamorarnos de nuestra propia imprevisibilidad lo que determinará si este desafío nos empujará al abismo o nos elevará a una nueva y gloriosa forma de existencia.
El desafío es: «¿Estaremos a la altura de nuestros propios estándares?»
La inteligencia sobre amenazas cibernéticas (CTI) es la práctica de recopilar, analizar y utilizar información sobre amenazas cibernéticas para proteger a las organizaciones de act...
Una evaluación de vulnerabilidad es un proceso de evaluación de sistemas informáticos, redes y aplicaciones para identificar vulnerabilidades que podrían ser explotadas por atacant...
Sasha Levin, desarrollador del kernel de Linux con amplia experiencia en NVIDIA y anteriormente en Google y Microsoft, propuso añadir a la documentación del kernel reglas formales para el us...
A partir del viernes, los adultos en el Reino Unido que intenten acceder a pornografía deberán demostrar que son mayores de 18 años, según algunas de las regulaciones más estr...
Durante una operación internacional coordinada denominada Operación Jaque Mate, las fuerzas del orden asestaron un duro golpe al grupo de ransomware BlackSuit (enlace onion aquí), que h...
Para más información: [email protected]