
Daniela Farina : 16 septiembre 2025 08:52
El famoso precepto socrático «Conócete a ti mismo» nunca ha sido tan relevante. Hoy, nuestra identidad digital es un mosaico fragmentado de perfiles sociales, historiales de búsqueda e interacciones en línea, constantemente expuestos y vulnerables. La esencia de la filosofía de Sócrates, basada en el arte de la mayéutica, nos ofrece un poderoso escudo contra la manipulación.
Sócrates no ofrecía respuestas, sino que impulsaba a sus interlocutores a encontrarlas en su interior. Este proceso de autoindagación, o mayéutica, no es una simple técnica dialéctica, sino un verdadero acto de autodeterminación, fruto de la verdad interior. Asimismo, para defendernos en el mundo digital, debemos aprender a hacernos preguntas incómodas y a explorar nuestras motivaciones más profundas.
Platón, discípulo de Sócrates, describió en uno de sus diálogos más famosos la condición humana de quienes confunden las sombras con la realidad. Los prisioneros, encadenados, solo ven las sombras proyectadas en la pared y creen que son la verdad absoluta. Hoy vivimos en una situación similar. El mundo mediado por pantallas, algoritmos e inteligencia artificial proyecta una realidad distorsionada y filtrada en nuestra caverna digital.
Las noticias falsas, el sesgo de confirmación y las burbujas de filtro creadas por las redes sociales son las nuevas sombras que nos atrapan. Nos muestran solo lo que esperamos ver, reforzando nuestras creencias y alejándonos de la complejidad de la realidad. Nuestra tarea, como la del prisionero liberado, es salir de la cueva y enfrentarnos a la luz de la verdad. No se trata de escapar, sino de evolucionar, de buscar la plenitud del conocimiento y la realidad.
La filosofía no es solo teoría, sino una disciplina para practicar a diario. Estos son solo algunos ejemplos de ejercicios inspirados en la sabiduría ancestral para fortalecer nuestra mente en el mundo digital.
Como nos enseñó Sócrates, el autoconocimiento es la base de toda acción virtuosa. En una era dominada por algoritmos, la seguridad digital no se trata solo de contraseñas y antivirus, sino de un autoexamen constante. Desde esta perspectiva, la seguridad se convierte en una aplicación práctica de la ética estoica: No podemos controlar lo que nos sucede en línea, pero siempre podemos controlar cómo reaccionamos.
La seguridad digital se convierte en una elección ontológica: es una afirmación de nuestra dignidad y nuestro compromiso de no dejarnos guiar pasivamente, sino de guiar nuestro camino con consciencia. Se convierte así en un camino de iluminación, una oportunidad para practicar la prudencia sobre la prisa y la responsabilidad sobre la indiferencia. No es un límite a nuestra libertad, sino su mayor herramienta de expansión.
A partir de mañana, ¿cuál será nuestro siguiente pequeño paso para empoderar nuestras mentes en el mundo digital?

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