
Redazione RHC : 20 septiembre 2025 08:18
El exagente de la CIA Dale Britt Bandler está en el centro de un caso criminal de alto perfil: utilizó su acceso a los sistemas ultrasecretos de la agencia, convirtiéndolos en un «Google personal» para obtener beneficios privados. Documentos judiciales revelan un plan mediante el cual el hombre de 68 años regresó a la agencia como contratista tras jubilarse en 2014 y comenzó a intercambiar datos con firmas de cabildeo y clientes extranjeros.
De 2017 a 2020, Bandler ganó aproximadamente 360.000 dólares mientras era agente de la CIA con autorización de alto secreto/SCI. Esta categoría le otorgaba acceso a algunos de los secretos mejor guardados del gobierno estadounidense. Entre sus clientes se encontraba un ciudadano extranjero sospechoso, según las autoridades de su país, de malversar fondos de un fondo gubernamental.
Según la acusación, Bandler ganaba 20.000 dólares al mes obteniendo información de bases de datos clasificadas y ayudando a crear una campaña para refutar las acusaciones de su cliente. Sus estrategias incluían la publicación de materiales en línea, el intento de influir en la opinión pública estadounidense y la explotación de contactos personales dentro del Consejo de Seguridad Nacional y la Oficina del Director de Inteligencia Nacional. Los documentos que recopiló contenían información clasificada SECRET//NOFORN, cuya divulgación estaba estrictamente prohibida.
Otro caso involucraba a un acusado sospechoso de lavar dinero para una organización terrorista. Una vez más, Bandler utilizó los recursos de la CIA para descubrir lo que las agencias de inteligencia sabían sobre su cliente. Los investigadores señalan que actuó con una doble ventaja: utilizando el secretismo de su trabajo como herramienta para extorsionar información y como tapadera para ocultar rastros de actividad criminal. La acusación enfatiza que es precisamente este «dualismo del secretismo» lo que hace que el caso sea emblemático para toda la comunidad de inteligencia, donde la tentación de beneficiarse de posiciones privilegiadas sigue siendo alta.
Los fiscales insisten en penas severas, argumentando que es necesario limitar tales prácticas entre exoficiales de inteligencia con acceso privilegiado a información gubernamental. La decisión del tribunal en el caso Bandler debería señalar la inevitabilidad de la responsabilidad por la comercialización de secretos confiados a funcionarios del gobierno únicamente para la protección de la seguridad nacional.
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